Bajé por primera vez al mar en este verano tan ambivalente como extremo.
Era tarde noche, no había viento ni gente. El mar se movía como aceite: lento y persistente.
por REDACCIÓN CHUBUT 16/03/2025 - 20.33.hs
El horizonte, entre rosado y celeste, se desplegaba con la única interrupción de unos barcos pesqueros que ya prendían sus luces.
Las olas se acercaban suaves, explotaban en un sonido arrollador y se desplegaban sobre la arena con caricias blancas, espumosas y expansivas...
La arena, rugosa y mojada, me sostenía amigable.
Se repetía el ritmo inexplicable: sonido, ruido y vuelta otra vez. Las olas incansables desde el origen del planeta nos cuentan el secreto de la persistencia en la calma. Una y otra vez.
El pequeño paraíso que heredé de mis abuelos se mostraba como cuando ellos y mis padres miraban asombrados.
Ayer me tocó a mí, mañana será para otros...
¡Gracias, gracias, gracias !
Susana Arcilla
18 de febrero, 2025. Playa Unión, Chubut. Argentina.
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